La espirulina es un alga unicelular, de color verde azulosa, de apenas medio milímetro de longitud. Habita el planeta desde hace tres mil millones de años.
Crece y se multiplica en climas cálidos y aguas alcalinas en diversos lugares del mundo. En ciertos lagos en África, América, Asia subtropical y tropical.
La palabra en latín spirulina significa espiral pequeña, referida a la forma de su estructura. Debe el color verde a la clorofila y el azul a la ficocianina.
Su riqueza destaca en su contenido en:
- Proteínas: un 57% de su peso en seco está formado por proteínas, y contiene todos los aminoácidos esenciales en altas concentraciones. Ideal para los vegetarianos, aporta las cantidades suficientes de aminoácidos esenciales de alto valor biológico.
- Vitaminas: alto contenido en vitaminas del grupo B (incluyendo B12), vitamina E y sobre todo carotenoides (provitamina A, betacarotenos).
- Minerales: Es una buena fuente de calcio, hierro, manganeso, de cromo y de magnesio. Además, aporta zinc, germanio y cobre.
- Clorofila: Pigmento que da el color verde a las plantas, es un potente depurador y detoxificante a nivel intestinal, hepato-biliar y pulmonar. Además, se considera que, por su similitud con la hemoglobina, la clorofila puede ayudar (si hay buen aporte de hierro) a combatir la anemia. Y la espirulina aporta clorofila y hierro al mismo tiempo.
- Carotenoides: Contiene betacaroteno (provitamina A), xantofilinas, criptoxantina, zeaxantina y luteína, potentes antioxidantes que nos protegen de múltiples afecciones. Son esenciales para la salud ocular.
Al ser un alga dulce (aguas alcalinas) no contiene yodo, con lo que no hay incompatibilidad en caso de hiper/hipotiroidismo.
Por su aporte nutricional, puede considerarse un superalimento, que podemos incorporar en nuestra alimentación cotidiana. Gran reconstituyente y remineralizante. Indicado además en estados de convalecencia.