La vitamina C recibe el nombre de ácido ascórbico y se haya en todos los vegetales (frutas, verduras, hortalizas), sobretodo crudos y coloreados. Destaca en las frutas ácidas (el ácido estabiliza la vitamina C): grosellas, frambuesas, arándanos, fresas, limones, mandarinas, naranjas... y la mayoría de las exóticas: kiwi, mango, guayaba. Las fuentes más abundantes son el escaramujo y las bayas de acerola.
En suplementación, si debemos trabajar con dosis más altas de 500mg en personas que sufran molestias gastrointestinales y/o tengan predisposición a la formación de cálculos renales de oxalato es mejor administrarla en forma de ascorbato (de calcio o de sodio).
Entre sus principales funciones se encuentra la de intervenir en las reacciones REDOX (oxidación-reducción). Al igual que:
Mantiene la salud y la estructura de ligamentos, huesos, dientes, encías, músculo y endotelio vascular, por participar en la síntesis de colágeno.
Facilita el paso de ion férrico (no absorbible) a ferroso (absorbible).
Participa en la síntesis de carnitina que metaboliza la grasa para la obtención de energía.
Colesterol, disminuye LDL y aumenta HDL. Aumenta la producción de citocromo.
Es protector circulatorio por: a) es fluidificante, b) disminuye el colesterol c) refuerza el endotelio vascular y capilar.
Actúa como un gran antioxidante y detoxificante de nuestro organismo.
Mejora nuestra respuesta inmunitaria. Protege células de defensa (antioxidante) y equilibra (inmunomodulador). Es antiinfecciosa y antitóxica. Activa inmunocomplejos, interferón.
Actúa como un adaptógeno frente al estrés. Está implicada en reacciones metabólicas que llevan a la síntesis de adrenalina y noradrenalina (se piensa que también serotonina).
Victoria del Pozo. Naturópata y homeópata.
APTN-Cofenat 3600.