Grasa sólida extraída de los frutos del árbol karité llamado también “árbol de mantequilla” que crece en las sabanas del oeste de África. Esta manteca obtenida de los frutos es utilizada dentro de la cocina africana, pero a la vez es una sustancia muy beneficiosa para la piel, siendo fácil de extender ya que se funde con la temperatura dérmica.
Es rica en ácidos grasos saturados (esteárico), monoinsaturados (oleico) y polinsaturados (linoleico) con acciones regeneradoras, emolientes e hidratantes. Por ello resulta es ideal para pieles secas y agrietada, en callosidades y estrías. Al igual que por sus propiedades regeneradoras es uno de los “antiedad” más potentes de la naturaleza, reduciendo las líneas de expresión y las arrugas.
Protege de las radiaciones UV del sol, al ser rica en provitamina A y vitamina E, pero ojo, esto no quiere decir que deba utilizarse sola como fotoprotector solar. Además, produce un efecto bronceador duradero y una piel más tersa y brillante de forma natural cuando es utilizada tras la exposición solar. También la podemos aplicar como mascarilla capilar, sobre todo durante el verano, en cabellos secos, para devolverles su hidratación, brillo y volumen natural.
Protege de la piel de la intemperie (viento, cambios bruscos de temperaturas, etc.) y ejerce un efecto calmante. Reduce la inflamación e irritación en pieles con tendencia alérgica, eccemas, dermatitis, en cuperosis, psoriasis, para después del afeitado, depilación, etc.
Favorece la penetración temporizada de los aceites esenciales, lo que la convierte en idónea para masajes y fórmulas de cremas o ungüentos de aromaterapia.